Saltar al contenido principal

La Policía, una puerta de acceso a la superación para las mujeres

“La mujer policía es valiente, osada, es un ejemplo de superación y compromiso con su profesión, ya que en muchas ocasiones debe alejarse de sus hijos por cumplir con su deber en servicio de la ciudadanía”, así define su trabajo la suboficial Rosario Vintimilla.

Es que cada mujer policía tiene su visión sobre la presencia de las mujeres en la Policía Nacional.  La mayoría coincide en que esta profesión dejó hace muchos años de ser exclusiva de los hombre.  Con el transcurso de los días, el sexo femenino gana espacio en la institución.

En el Comando Provincial del Azuay existen 50 mujeres policías, entre oficiales y tropa.  Número aún pequeño para los 1.300 efectivos que brindan seguridad en la provincia.  Pero esta cifra crece rápidamente y según las propias policías, es cuestión de tiempo para que la diferencia sea mínima.

Una vida de servicio


Rosario Vintimilla lleva 30 años en la Policía Nacional,  aún le brillan los ojos al recordar el 30 de septiembre de 1983, cuando concluyó su preparación en Quito y fue designada a Cuenca, tierra de la cual es natal.

“Mi cuñada era policía, ella me motivó a ingresar a la institución.  Renuncié a mi trabajo y viajé a Quito a prepararme, luego retorné a la ciudad a encargarme de los temas administrativos, ya que por esos años eran las únicas actividades que cumplíamos”, comentó ´Charito´, como todos los oficiales le conocen.

´Charito´ recuerda que en el año 1985, el coronel Fausto Bravo dispuso que las mujeres policías dejen los escritorios y salgan a las calles a dirigir el tránsito.  “Ese fue uno de los momentos más emocionantes.  Sabíamos que era un gran salto, tendríamos igual responsabilidad que los varones.  Luego de ello acudimos a operativos en espectáculos públicos y más eventos”, agregó.

Para ´Charito´ es muy grato ver a mujeres durante las formaciones, más aún mujeres con rangos de tenientes o capitanes.  Es el resultado de un camino que hace 30 años ella empezaba a transitar.

“Cuando ingresé a la Policía había 8 mujeres y así fue durante muchos años, ahora ya son decenas y muchas más se preparan en las escuela de formación de la Policía Nacional en Cuenca.  Para mí es un orgullo ser parte de esta institución que me ha dado todo en la vida”, indicó.

Momentos agridulces


“Charito” considera que la Policía Nacional ha evolucionado positivamente en el tema de equidad de género, aunque extraña el uniforme que años atrás utilizaban.

“El respeto de los superiores ha sido un ejemplo, esto dice mucho de una institución, en la cual hombres y mujeres dejan su vida por el servicio a la ciudadanía”, afirmó la gendarme.

Pero no todo ha sido alegría para ´Charito´. En 1999 recibió el pase a Tulcán, por lo que su esposo e hijos permanecieron en Cuenca.  “Dejar a la familia es lo más duro, son momento tristes y difíciles para la mujeres.  Admiro a aquellas madres que deciden ser policías, ya que tienen que pasar cerca de un año lejos de sus seres amados, lo que es un ejemplo de compromiso con la Policía Nacional”, comentó la uniformada.

En las calles


Elizabeth Sandra Morocho, de 27 años, del cantón de Girón,  decidió el patrullaje en las calles,  pantalones y un arma en vez de una oficina y tacos. Su vocación por ser policía surgió de niña, motivada por el deseo de ayudar a las personas que necesitan seguridad.

Tras culminar el colegio trabajó en áreas relacionadas con su especialidad, la Informática, pero no llenó sus expectativas para profesionalizarse en dicha materia. En poco tiempo se convirtió en madre y dedicó siete años A cuidar a su hijo las 24 horas.

Hace un año regresó a los estudios, pero esta vez, para convertir en realidad su sueño, ser una policía del Ecuador.

Morocho se graduó el pasado 15 de enero y está convencida que fue la mejor decisión de su vida. “Siempre quise ser policía, porque me gusta ayudar y proteger a las personas.  Mi sueño lo cumplí, pero tengo más objetivos vinculados con la institución, porque no imagino mi vida fuera de ella”, comentó.

Sacrificios y ventajas


Elizabeth es madre soltera y pretende serlo por mucho tiempo.  Para ella es difícil conseguir una pareja que comprenda su horario de trabajo y su labor. “Para ganar algo hay que sacrificar otras cosas, una de ellas es el tiempo de estar con las personas amadas.  El amor de una pareja está en segundo plano, pero el amor de mi hijo siempre será primero”, indicó.

Su sacrificio más grande es estar lejos de su hijo y familia que vive en Girón.  Aprovecha al máximo los días francos para compartir con los suyos.  Afortunadamente, su familia la apoya en su trabajo, por lo que nunca sintió discriminación alguna por elegir una carrera que tiene más aceptación masculina.

Las ventajas son varias, entre las más relevantes están: compartir experiencias solidarias con sus compañeros.  Ayudar en cualquier actividad a los ciudadanos, en especial a los adultos mayores y ser parte de la vigilancia en las calles, para resguardar la integridad de la gente.

Su mayor anhelo es convertirse en suboficial, máximo rango de su línea, pero buscará cursos para integrarse a las unidades especiales.  Participar de operativos fuertes que la caractericen con su personalidad y su fortaleza de ser mujer, insistió.

Fuerza e inteligencia


La cabo Martha Solís, 26 años, de la provincia de Bolívar, es la encargada de capacitar físicamente a las aspirantes a policías.  Su habilidad motiva a sus alumnas a ejercitarse y ser capaz de enfrentarse ante un delincuente si es necesario.

Para Martha ser de la Policía es un orgullo y más si representa a las mujeres, con el fin de dar a conocer  que no hay  límites en la profesión para ellas. Ser instructora le ayuda mantener un carácter fuerte, pero sin dejar la sensibilidad de una mujer. Por esa razón, lleva siete años de casada con un militar con quien tiene dos hijos,  los educan con confianza y respeto.

“Ser mujer es una bendición, porque somos capaces de todo, como cuidar a nuestros hijos, trabajar duro para ayudar a más personas, cuidar de un matrimonio, amar, resolver problemas con el cariño y la solidaridad”, aseguró Solís.

Ya sea en las calles, en las oficinas o en la preparación física, la presencia de las mujeres es indispensable para el adecuado trabajo de la Policía, una institución que cada día acoge a más mujeres a través de la equidad de género.


 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *