Cadetes de la Policía Nacional y su familia se reencontraron luego de dos meses
Quito.- Las canchas de la Escuela Superior de Policía, en Pusuquí, fue el sitio donde 453 cadetes volvieron a ver a sus familias el sábado 17 de mayo. Luego de dos meses de acoplamiento a la instrucción policial, los jóvenes aspirantes recibieron la visita de sus padres, hermanos, abuelos, primos…
Arturo Acosta y Nancy Valverde viajaron desde muy temprano desde su natal Cotopaxi para ver a su hija Sarid. El encuentro estuvo cargado de emociones. Cuando la madre de la joven aspirante hablaba de ello sus ojos se llenaban de lágrimas. Pero, explicaba que eran de la felicidad. Luego de 60 días se reencontró con su pequeña y comprobó que estaba bien.
La familia Chicaiza, también provenientes de Cotopaxi, vivieron sensaciones similares. Luis y Cecilia llegaron a visitar a su hijo Luis. Pero, ellos no llegaron solos. Estuvieron acompaños de los hermanos, primos, tíos y abuelitos del cadete. Todos viajaron desde Cotopaxi y estaban felices de ver al joven uniformado.
Luis, padre, comentó que estaba muy contento y satisfecho de ver como el anhelo de su hijo empieza. En un mes será el primer franco de su hijo y espera recibirlo en casa como se merece. Lleno de amor y cariño. Su mamá también estuvo feliz. Aunque le pareció que había bajado un poco de peso. Su vástago le respondió que la preparación física lo mantiene en forma.
Los familiares de Alexis Guerrón le llevaron fritada, pollo asado y papas. Estos platos forman parte de la comida favorita del cadete. Su mamá Jessica Campos señaló que quería agasajarlo con comida, ya que todos los días no tiene la posibilidad de degustar estos platos.
Al cadete Jesús de la Cruz su familia le llevó de todo un poco. Él es oriundo de la población de Charguayacu, en el valle del Chota. Su familia está orgullosa pues será el primer oficial de la Policía Nacional que la población tendrá.
Segundo de Jesús es su padre. Él se mostró satisfecho y orgulloso por ver a su hijo con el uniforme de aspirante a oficial. Está seguro que en tres años y medio visitará de nuevo la Escuela Superior para ver a su hijo convertido en un oficial. De allí que su apoyo será incondicional.
Sin duda, el sábado en las instalaciones de la Escuela Superior se vivió el amor de familia. Los sueños de uno de sus integrantes, en ese momento, se convirtió en el de todos.