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Padre e hija, juntos tras 28 años

Quito, 04 de abril de 2019.-  El silencio que reinaba en una pequeña sala de prensa de una dependencia policial, en Quito, se rompió de repente con las lágrimas y suspiros prolongados de Mónica Toapanta. El pasado sábado 04 de abril, ella esperaba reencontrarse con su padre luego de 28 años.

Las casi tres décadas de alejamiento con su progenitor estaban a punto de terminar, gracias al trabajo de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida y Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased) de la Policía Nacional. La investigación de los uniformados permitió ubicar a Julio Toapanta, para reunificar a esta familia.

Los lentes empañados -por las lágrimas derramadas- delataban el nerviosísimo de la quiteña de 38 años. Ella ya había intentado, infructuosamente, buscar  a su padre por su cuenta. Y siguiendo el consejo de sus hijos pequeños decidió hacer la  última prueba, a través de una denuncia de desaparición.

Dos minutos y medio de lágrimas de alegría y expresivos abrazos matizaron el momento esperado entre padre e hija, que ahora solo piensan en compensar el tiempo perdido. Ese fue el resultado de los 15 días de investigación y entrevistas previas de los agentes de la Dinased.

Hace 28 años, Mónica y Julio perdieron contacto. Él solía visitarla, cuando todavía era pequeña, en el salón en el que trabaja su madre. Pero un día se encontró con que el lugar había cerrado. No tenía ningún rastro. No sabía a quién preguntar. Luego de algunos años se había resignado a no volver a ver a su bebé, quien hoy ya es una madre de familia.

“Agradezco el buen trabajo de la Policía y la Dinased que ahora me devuelven a mi padre y sé que tengo seis hermanos a quienes los recibo con los brazos abiertos”, dijo Mónica, con voz entrecortada. Ella todavía conservaba el último recuerdo de su padre, que se despidió un día con un beso en su rostro y una funda de juguetes, sin saber que estarían separados tanto tiempo.

Don Julio Toapanta, de 65 años y carpintero de profesión, dijo que fue como un milagro ver llegar a la Policía y que le preguntaran si tiene una hija, a la que recordaba como una tierna niña.

Juan Francisco Garzón, agente de la Dinased, explica que en estos casos se utilizan los medios tecnológicos y fuentes abiertas para dar con el paradero de las personas desaparecidas. “Cada caso es diferente y nos enseña a hacer mejor nuestro trabajo. Es gratificante ayudar a reencontrarse a familias y ahora, tras semanas de trabajo, me voy a casa a decirle a mi hijo Jorge que finalmente lo logramos”.

Deisy Arroyo, quien también forma parte de esta unidad, destaca que los uniformados -para buscar solución a estas historias- se ponen en los zapatos de la víctima: una hija que busca a su padre. Según datos de la Dinased, durante 2018 se resolvieron 20 casos de este tipo. En lo que va de 2019, en cambio, ya suman cuatro.