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“Para ser un buen policía, hay que ser primero una buena persona”

Manta. Con una visión estratégica y encaminada a los objetivos del Ministerio del Interior y la Policía Nacional, el mayor Renato González anhela fortalecer la seguridad en el distrito Manta, como jefe de Operaciones, impulsando las buenas prácticas policiales.

El mayor considera que su nuevo cargo es un reto. “El trabajo realizado anteriormente por el mayor Marcelo Rocha, es digno de seguir porque ha dejado una buena labor, por eso lo considero un reto. Llegar a este cargo se convierte en una lección de vida, creo que estoy cumpliendo una especie de PHD profesional y si las cosas salen como están planificadas, el hecho de haber pasado por Manta, específicamente por las oficinas de operaciones, permitirá tener las capacidades profesionales para desempeñarse en cualquier parte del país”, dijo.

Para mantener la seguridad en el distrito que comprende Manta, Montecristi y Jaramijó, el uniformado manifestó que periódicamente se realiza monitoreos del comportamiento delictual, de acuerdo al Cuadro de Mando Integral (CMI) que presenta los ocho delitos de mayor connotación, con los que se redefinen estrategias.

Sus inicios

González ingresó a la Policía Nacional desde los 17 años de edad, formándose en la Escuela Superior de Policía General Alberto Enríquez Gallo. Luego fue becado a la Escuela de Oficiales de Carabineros de Chile.

Dentro de la Policía Nacional, el gendarme también ha laborado en la unidad de Servicio de Investigación de Accidentes de Tránsito (SIAT), en la Unidad de Investigaciones Especiales, realizó servicios policías en Ambato. Luego ingresó a un curso para instructor en Chile y en su regreso fue oficial instructor de la Escuela Superior de Policía.

Además, estuvo en la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO), Central de Atención Ciudadana en Quito, Dirección General de Personal (DGP) en Guayaquil y Loja, Dirección de Planificación de la Policía Nacional y el año anterior fue agregado adjunto a la Embajada de Ecuador, en México.

“Cada una de las labores cumplidas tiene su particularidad y en cada una de ellas he tratado de mostrar mis capacidades, obteniendo buenos resultados, sin embargo, lo que más me ha marcado, es ser instructor porque uno trasciende en la vida del otro. Los tres años y medio que estuve en la escuela fueron trascendentales, porque significa formar al grupo que va a renovar a las filas policiales, es acoger a un civil, inmiscuirlo en la doctrina y prepararlo para sus primeros pasos”, detalló.

González se siente agradecido con Dios y con la vida porque en sus diferentes instancias ha recibido muchas muestras de cariño tanto de sus subalternos, como de sus superiores y de la colectividad en general.

“Recuerdo que en la escuela de formación, los cadetes cantaron el himno al compañero y eso es algo que se quedó grabado en mi memoria. Se trata de un himno nuestro, que normalmente se canta cuando un compañero fallece en actos de servicio y también en despedidas, entonces fue muy emotivo escucharlo y que los cadetes vean a su instructor como un amigo”, manifestó.

Visión policial

A González le ha resultado fructífero haber laborado en México, desde el 2014 a mayo del 2015, donde se desempeñó como agregado adjunto a la Embajada de Ecuador en México, porque le ha permitido llenarse de experiencia de otras latitudes, que en un momento determinado le permitirá extrapolar esa realidad y mejorar el servicio en el país.

“He podido estar en las dos últimas décadas en la Policía Nacional como miembro activo. He palpado un cambio radical, de pasar de una institución de carácter militarizada a una de corte social-comunitaria. En ese sentido, en los últimos años ha existido un cambio vertiginoso, que va de la mano de una propia capacidad para autodepurarse. Veo que somos una de las pocas instituciones que tiene un sistema permanente de autodepuración y que muchas veces la gente no lo reconoce. Hemos mejorado nuestro trabajo, la cercanía con la sociedad y somos la institución, quizás, más fuerte del país”, señaló.

Tres pasiones

El servidor policial afirma que desde niño sintió la vocación policial, de hecho recordó la etapa colegial cuando se decidía por cuál bachillerato optar, él siempre repetía a sus profesores sus anhelos en el siguiente orden: policía, futbolista y cantante.

“A mis 40 años, gracias a Dios, he podido cumplir las tres aspiraciones, soy policía, en su momento fui futbolista, arquero del Macará de Ambato y llegué a ser el segundo arquero del equipo profesional. El canto lo realizo como pasatiempo, así que me considero una persona realizada. En la música interpreto más las de Leonardo Fabio y los Iracundos”, cuenta.

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Devoto

González se considera una persona muy sociable, de buen genio y cuando el momento o la situación lo requiere, es firme en la toma de decisiones.
Es muy devoto de la virgen Dolorosa y afirmó que su trabajo está enfocado en la parte humanista. “Dentro de la instrucción, mi aspiración es como la de otros uniformados, llegar a las más altas esferas, Dios dirá hasta cuándo y hasta dónde, pero en el plano personal quiero seguir cumpliendo mi trabajo a cabalidad, con la premisa de que para ser un buen policía hay que ser primero una buena persona”, sentencia.

El oficial concluye diciendo que el norte está marcado para la Policía Nacional y que la meta es constituirse en el 2017, en un referente ya no solo nacional, sino regional, manteniendo el acercamiento a la ciudadanía y haciendo un manejo más técnico en la georreferenciación del delito. “A la ciudadanía quiero recordarle que la seguridad la hacemos todos”, finalizó. Redacción G. V. /Manabí.

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